EN BUENAS MANOS: SENSIBILIDAD Y REALISMO
La directora francesa Jeanne Henrry está al cargo del guión y dirección de esta película. Una chica embarazada llega al hospital para tener a su hijo, un niño al que cede en adopción. A partir de ese momento vemos todo el proceso manejado por los asistentes sociales para buscar los mejores padres de adopción para el niño.
Como resaltaba la directora en una entrevista, el tema de la adopción se ha tocado en el cine pero siempre desde el punto de vista de la búsqueda del origen ("Lion"), o desde el proceso de adaptación de los niños/padres a la situación, pero no desde el bebé, analizando los posibles candidatos hasta encontrar el perfecto encaje de las dos partes. Con una narrativa que abre historias en paralelo, la película nos introduce por una parte en el trabajo de los asistentes sociales y la dificultad de no sentirse avasallados por las emociones a flor de piel de los padres que quieren adoptar, y por otra en las vidas de los posibles candidatos y su tortuoso viaje hasta cumplir su sueño. El guión está muy bien armado conjugando los diferentes roles que cada personaje juega. Hay varias historias secundarias de relaciones entre los personajes por las que se pasa y se profundiza, pero sin que el foco en la historia central se pierda. Muy realista en la forma de contarse, se aprecia la profunda labor de investigación y contacto de la directora y actores con profesionales y personas implicadas en los procesos de adopción. El planteamiento de las situaciones es muy verdadero, todo el conjunto produce un efecto de semi- documental.
Una película coral, pero donde todos los personajes tienen su espacio, su protagonismo. Los actores están inmensos, Gilles Lellouche como padre de acogida, Sandrine Kiberlain una actriz francesa que siempre pone un punto diferente, o Elodie Bouche como una mujer que lleva años persiguiendo adoptar y que hace un trabajo precioso, construye un personaje que enamora a la audiencia.
Es una película con un nivel de sensibilidad altísimo, pero nada sensiblera. Mucha gama de emociones, una historia conmovedora y delicada. (Valoración: 8 sobre 10).
Como resaltaba la directora en una entrevista, el tema de la adopción se ha tocado en el cine pero siempre desde el punto de vista de la búsqueda del origen ("Lion"), o desde el proceso de adaptación de los niños/padres a la situación, pero no desde el bebé, analizando los posibles candidatos hasta encontrar el perfecto encaje de las dos partes. Con una narrativa que abre historias en paralelo, la película nos introduce por una parte en el trabajo de los asistentes sociales y la dificultad de no sentirse avasallados por las emociones a flor de piel de los padres que quieren adoptar, y por otra en las vidas de los posibles candidatos y su tortuoso viaje hasta cumplir su sueño. El guión está muy bien armado conjugando los diferentes roles que cada personaje juega. Hay varias historias secundarias de relaciones entre los personajes por las que se pasa y se profundiza, pero sin que el foco en la historia central se pierda. Muy realista en la forma de contarse, se aprecia la profunda labor de investigación y contacto de la directora y actores con profesionales y personas implicadas en los procesos de adopción. El planteamiento de las situaciones es muy verdadero, todo el conjunto produce un efecto de semi- documental.
Una película coral, pero donde todos los personajes tienen su espacio, su protagonismo. Los actores están inmensos, Gilles Lellouche como padre de acogida, Sandrine Kiberlain una actriz francesa que siempre pone un punto diferente, o Elodie Bouche como una mujer que lleva años persiguiendo adoptar y que hace un trabajo precioso, construye un personaje que enamora a la audiencia.
Es una película con un nivel de sensibilidad altísimo, pero nada sensiblera. Mucha gama de emociones, una historia conmovedora y delicada. (Valoración: 8 sobre 10).
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