CAFE SOCIETY: DELICIOSA HISTORIA DE AMOR

El afortunadamente incombustible Woody Allen nos brinda, a sus 80 años, su film número 46. Nueva York años 30. Bobby (Jesse Eisenberg) de familia judía asentada en el Bronx, decide ir a Hollywood donde su tío Phil (Steve Carell) es un influyente ejecutivo de la industria cinematográfica. Allí se enamora perdidamente de la secretaria de Phil, Vonnie (Kristen Stewart) que tiene novio.
Woody Allen nos ofrece una pequeña joya, una bonita historia de amor envuelta en una estética maravillosa.
La historia se centra en el amor que surge entre Jesse y Kristen y sus idas y venidas. En este caso el personaje de Jesse responde menos al alter ego de Allen (sólo en la escena con la prostituta al inicio de la película), es joven y sin experiencia al principio pero va adquiriendo una seguridad que le distancia de otros protagonistas de Allen. Al igual que el personaje de Kristen, ninguno de los dos es neurótico, ni extravagante quizás porque Allen no quiere que nada quite seriedad y romanticismo a la historia de amor. La parte cómica, que es reducida, se encuentra básicamente en el contexto de la familia de Bobby, su madre, padre y hermanos. 
El reparto como siempre está escrupulosamente elegido y es genial hasta el actor que cubre el personaje más insignificante. Destacan entre los secundarios Jeannie Berlin la madre y Carell el tío de Bobby. Capítulo aparte merecen los dos protagonistas. Jesse Eisenberg ("La red social") ya había trabajado con Allen en "A Roma con amor", es natural, convincente, y su actuación conmueve, además de hacer buena pareja con Kristen. Esta última, fantástica en el papel de la encantadora Vonnie. Esta actriz ya ha demostrado en varios títulos su valía ("Viaje a Sils Maria") y es perfecta para este papel, imposible no mencionar su mirada, esos ojos que son como jugo de melocotón. 
La fotografía de Vittorio Storaro ("El último emperador","Apocalyse Now" ) es de una gran belleza. Storaro convenció a Allen de rodar en digital, formato en el que ambos se estrenan en esta película (ver entrevista con Storaro). El director de fotografía marca las diferencias entre Nueva York y Hollywood, y sobre todo potencia la candidez y el encanto melancólico de Kristen envolviéndola en una luz dorada que la hace absolutamente deseable. Toda la dirección de arte, ambientación, decorados, vestuarios son una maravilla. 
Siempre merece la pena ver las películas de Allen incluso las menos buenas, y de vez en cuando vuelves a salir enamorado de la frescura y aparente facilidad con la que cuenta las historias. Para los fans de Allen es además un placer tenerle como narrador en off. Una historia sencilla hecha con esmero, hasta el cartel es una delicia. (Valoración: 8 sobre 10).



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