BEAUTIFUL BOY: SOBRIEDAD EXPRESIVA

El director belga Felix van Groeningen ("Alabama Monroe"), dirige y co-escribe el guión de esta película basada en los libros de David Sheff donde cuenta su lucha sin tregua por apoyar a su hijo. David (Steve Carrell) tiene un hijo de 18 años, Nic (Thimote Chamalet) con el que está muy unido, de un día para otro comienza a darse cuenta de que el chico tiene problemas con las drogas.
Groeningen nos demostró en la fantástica “Alabama Monroe”, su capacidad para comunicar emociones intensas, situar a personajes en situaciones muy dramáticas y contar de forma única las relaciones. interpersonales. El punto de coincidencia de ambos films es que giran alrededor de una relación de amor, en pareja en un caso, paterno filial en otro, y la autodestrucción de uno de los personajes. Es un director que sabe contar la intimidad entre personas, la complicidad, en este caso la estrecha relación entre un padre y un hijo, siempre eligiendo pequeñas situaciones de la vida diaria que nos cuentan el cariño y la conexión entre ellos cuidando además la estética.
La narración transcurre en el tiempo actual pero se intercalan numerosos flash backs integrados de forma natural que nos meten en la cabeza del padre, que mientras vive situaciones durísimas con su hijo (recogerle del hospital, salir de rehabilitación, encontrarle en un estado lamentable en cualquier esquina...) recuerda momentos de unión, disfrute, de la infancia y adolescencia de su hijo. La sensación es la de no comprender cómo este chico tan sano en todos los sentidos, tan feliz, ha podido caer en la droga. ¿Cómo pudo pasar? ¿Porqué?.¿ Dónde se ha fallado?..
Los dos actores, Carrell y Chamelet dan una lección magistral de interpretación, con dos papeles muy difíciles. Carrell se supera en cada proyecto, actúa de forma contenida, comunica dolor intenso, fortaleza, derrota... representa al ciudadano medio, a esa persona normal con la que nos identificamos. El peso de la historia recae en él y cómo vive esta tragedia familiar, pero la buenísima actuación de Carrell no sería posible sin el trabajo de Chamelet, siendo las escenas que comparten especialmente logradas. Chamelet es un chico perfecto que tenía todo, la última persona de la que se podría esperar que cruzara la línea al reverso tenebroso. Hablábamos de la cuidada estética, muchos planos son preciosos, los actores reflejados en cristales que nos permiten ver de otra forma su pesar. Y escenas maravillosas como la larga y potente escena final que nos ubica en dos lugares diferentes, con la música de Henryk Gorecki que expresa esa pena profunda, con un punto de no retorno, de melancolía, de pérdida.
Hace poco veíamos "El regreso de Ben", protagonizada por Julia Roberts, madre coraje y Lucas Hedges su hijo drogadicto. Un mismo tema, una película correcta, bien interpretada, pero sin la sensibilidad exquisita de esta, tan sobria, y con una increíble belleza en la forma de narrar y de llegar. (Valoración: 8 sobre 10).



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