"OSLO, 31 DE AGOSTO"
Muy sencilla de narrativa, muy honda en lo que hace sentir. "Oslo, 31 de agosto" es un sensible film noruego firmado por Joachim Trier que nos introduce en la historia de Anders, un joven de treinta y tantos proveniente de un familia de clase media que ha tenido todo a su favor, una buena educación, es inteligente, es guapo, pero en sus últimos años las drogas y el alcohol han dirigido su vida. La película comienza cuando Anders está próximo a terminar su tratamiento de desintoxicación y comienza a enfrentarse de nuevo a la vida real. Acompañamos al protagonista durante un par de días en los que aún está a caballo entre la residencia y la libertad total. La película nos hace ponernos en los zapatos de Anders y sufrir con él la ansiedad del salto al vacío, su deriva emocional. Por una parte, el volver a estar expuesto a todas las tentaciones de la vida normal en su ciudad. El reencontrarse, esta vez en estado de lucidez pero con una dosis de angustia y sufrimiento profundos, a los amigos íntimos, a los familiares, pero también a otros círculos donde la relación es más superficial. Ahondamos en cómo se siente, vivimos la desolación, la depresión, la devastación interior del protagonista, su sentimiento de derrota por el tiempo perdido y por suponer una carga para la familia. Todo a partir de una convincente interpretación en tono contenido de Anders Danielsen Lie, conocido en su país por algún otro trabajo para cine y TV.
Esa es la gran virtud de la película, la empatía que sentimos con el personaje y que nos hace entender perfectamente cada una de las decisiones que va tomando, nos hace ver el problema exactamente con la misma lente que él lo ve. La sencillez, y el acotar claramente el tema del que se quiere hablar es una clara fortaleza de esta película que redunda en la identificación de la audiencia con el relato. Recientemente la película belga " Perder la razón" (Joachim Lafosse) también ilustraba la aguda crisis emocional de un personaje, una mujer en este caso, pero en el film se abrían tantos y tan complejos temas (choque de culturas, dependencia económica y sus consecuencias, machismo, etc) que no se producía esa vinculación tan fuerte.
Recomendada a amantes de historias de "interiores" con alta carga dramática.
(Valoración: 7 sobre 10)
Esa es la gran virtud de la película, la empatía que sentimos con el personaje y que nos hace entender perfectamente cada una de las decisiones que va tomando, nos hace ver el problema exactamente con la misma lente que él lo ve. La sencillez, y el acotar claramente el tema del que se quiere hablar es una clara fortaleza de esta película que redunda en la identificación de la audiencia con el relato. Recientemente la película belga " Perder la razón" (Joachim Lafosse) también ilustraba la aguda crisis emocional de un personaje, una mujer en este caso, pero en el film se abrían tantos y tan complejos temas (choque de culturas, dependencia económica y sus consecuencias, machismo, etc) que no se producía esa vinculación tan fuerte.
Recomendada a amantes de historias de "interiores" con alta carga dramática.
(Valoración: 7 sobre 10)
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