PHOENIX: ABSORBENTE DRAMA PSICOLOGICO
Después de "Barbara", Christian Petzold vuelve a realizar una película
sobre un tema relacionado con un oscuro tramo de la historia reciente de
Alemania. Nos situamos en Berlín en 1945, Nelly (Nina Hoss) es una superviviente de Auschwitz que entre otros
daños tiene el rostro totalmente destrozado por lo que deberá ser operada. En su proceso de
recuperación Nelly es ayudada y protegida por Lene (Nina Kunzendorf), una antigua amiga que pertenece a la Agencia Judia y que la intenta disuadir de
buscar a Johnny (Ronald Zehrfeld), su marido, ya que está segura de que fue él quien
denunció a Nelly a los nazis.
Petzold logra crear una historia de sensaciones, envolvente y magnética. LEER MAS. Aunque la historia nos confronta con las torturas y extrema crueldad a las que fueron sometidos los judios ejemplificadas en la
protagonista, el tema de la película no es ese, sino el amor, la
lealtad y lo que significa dudar de esos grandes valores en el círculo más íntimo.
El guión propone un juego inteligente haciendo que el principal motivo de Nelly para volver a ser quien fue, sea sumamente paradójico. El realizador utiliza una licencia cinematográfica que añade magia al film. Consigue crear una atmósfera donde el aire pesa, donde se respira abatimiento y fragilidad. El tempo de la película es acorde con el estado vital de Nelly, que en la mayor parte de la acción está paralizada, incapaz de expresar el infierno por el que ha pasado. La recomposición física y anímica de la protagonista, cómo va recuperando su identidad pese a haber perdido su vida, incluso su propio rostro, está muy bien contada, tanto por el gran motivo para reactivarse (que su marido la reconozca pese a su nueva cara), como por los pequeños detalles que actúan de catalizador (sus zapatos franceses, una canción...) y finalmente por la brillante interpretación de Nina Hoss, actriz recurrente del director.
Junto a Hoss destaca Nina Kunzendorf, una actriz que llena la pantalla. Sin embargo, Ronald Zehrfeld, el marido, resulta insulso y se ve eclipsado por las dos actrices, una lástima porque su personaje es fundamental.El guión propone un juego inteligente haciendo que el principal motivo de Nelly para volver a ser quien fue, sea sumamente paradójico. El realizador utiliza una licencia cinematográfica que añade magia al film. Consigue crear una atmósfera donde el aire pesa, donde se respira abatimiento y fragilidad. El tempo de la película es acorde con el estado vital de Nelly, que en la mayor parte de la acción está paralizada, incapaz de expresar el infierno por el que ha pasado. La recomposición física y anímica de la protagonista, cómo va recuperando su identidad pese a haber perdido su vida, incluso su propio rostro, está muy bien contada, tanto por el gran motivo para reactivarse (que su marido la reconozca pese a su nueva cara), como por los pequeños detalles que actúan de catalizador (sus zapatos franceses, una canción...) y finalmente por la brillante interpretación de Nina Hoss, actriz recurrente del director.
La película cuenta una historia atrayente con un fuerte componente
de drama psicológico y de intriga. Atención
al final, una escena maravillosa y poética que con una gran sencillez y belleza
resuelve de un golpe los dos grandes interrogantes de la historia dándole a la canción
"Speak low" de Kurt Weill un papel decisivo. (Valoración: 8 sobre 10).
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