FLORENCE FOSTER JENKINS: MUCHA TERNURA

Stephen Frears ("Las amistades peligrosas", "La reina", "Philomena") dirige esta película sobre el personaje real de Florence Foster Jenkins (Meryl Stripe), una mujer adinerada del Nueva York de los años 40 cuyo sueño era ser cantante de ópera pero cuya voz no la acompañaba en absoluto, algo que nadie le quería decir.
Stephen Frears hace una preciosa composición del personaje de Florence y su marido St. Clair Bayfield (Hugh Grant). El director encuentra el tono exacto de comedia agridulce para contar una historia que parecería mentira si no fuera porque sucedió de verdad, historia que en cualquier momento podría resbalar peligrosamente hacia la bufonada. Las claves para superar el reto: la calidad del guión de Nicholas Martin y el reparto.
La introducción de la película se hace un poco larga, pero en general el guión es solido. El muy difícil personaje principal tiene la suficiente gama de color y matices como para no parecer una persona absurdamente naive, algo que provocaría el desprecio o cuando menos la distancia con el personaje. Se nos da la suficiente información de Florence como para entender las mentiras piadosas del marido, la relación entre ellos y el porqué de la intensidad del sueño de la protagonista. Hay un buen equilibrio entre la porción de realidad que Florence ve a través de su filtro rosa, y la que percibe tal como es.
Contra todo pronóstico Hugh Grant está muy bien en su papel, es quizás la primera vez que no hace de Hugh Grant!. Meryl Stripe hace de su personaje un ser adorable, consigue que queramos a Florence y que nos parezca una delicia que pueda haber personas tan sumamente generosas y bien pensadas. El personaje del pianista Cosme McMoon (Simon Helberg) es rotundamente cómico ya desde el aspecto y hace una buena interpretación. Posiblemente la escena más bonita es la compartida por Meryl Stripe y él en la casa del pianista. Interesante reseñar que Meryl Stripe es quien canta y Simon Helberg quien toca el piano
Esta película es totalmente diferente de Madame Marguerite estrenada este año y que se inspira en el personaje de Florence de forma muy libre. La de Frears es todo luz y ternura, se entiende a los personajes y sus motivaciones. La francesa tiene mucha complejidad y parte de ella no llega a resolverse, más allá de que el mayordomo negro nos recuerde muchísimo a Erich Von Stroheim en "El crepúsculo de los dioses". Me quedo con la blanca y luminosa versión de Frears aunque es una historia que no interesará a cualquiera. (Valoración: 7 sobre 10).



Comentarios

  1. No me gusto, recomiendo la versión francesa de este caso Margaritte

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