LA MUJER QUE SABIA LEER: RETRO DISTOPIA
El argumento es original, un supuesto curioso que se desarrolla de forma inteligente. La directora nos adentra en una comunidad 100% femenina que va manejándose para disfrutar, pero sobre todo aprovechar, ese bien necesario que es Jean. Al trascurrir la historia en el medio rural, toda "esta gestión" se desenvuelve de forma natural sin necesidad de mucha organización. Las relaciones con el hombre son casi una más de las tareas diarias, como segar o cuidar del ganado. Resulta interesante como de forma espontánea y no estructurada las chicas van “solicitando” sus servicios sin que eso altere la convivencia entre ellas. No todas las mujeres lo hacen por su deseo de ser madres, pero si la mayoría. El hombre es un objeto que se usa tanto como fuerza bruta para labores en el campo, como también de “banco de semen”, es sobre todo la forma de asegurar el futuro del pueblo y de permitir la realización de las mujeres a través de la maternidad.
Una película costumbrista que recoge muy bien el ambiente rural, lo sensorial de vivir inmerso en la naturaleza. Una vida dura físicamente porque las labores del campo lo son, pero también satisfactoria porque se traduce en algo tangible, hay una compensación casi inmediata en cada tarea.
La película no solo trata sobre “el hombre objeto”, también se cuenta el personaje de Violette interpretada por esta actriz especial que es Pauline Burlet a la que vimos en "El pasado" (Ahsgar Fahadi) y que aquí sufre al tener que compartir a su amor.
Una distopía interesante que nos hace pensar casi con terror cómo hubiera sido si esta situación de producirse a la inversa. Una muy buena opera prima. (Valoración: 7 sobre 10).
Tomo nota. Tiene muy buena pinta. Y sí, yo tampoco quiero imaginar si hubiera sido a la inversa.
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