UNA INTIMA CONVICCION: JUSTICIA VULNERABLE
Antoine Raimbault dirige su primer largo, una historia basada en un hecho real, un caso judicial que fue noticia de primer orden en Francia. Suzi ha desaparecido y su marido Viguier (Laurent Lucas) es acusado de asesinato aunque en realidad no hay ninguna prueba.
Este caso que ocurrió en Francia a principios de 2000, llamó la atención de Rimbault que asistió a los dos juicios. La historia está protagonizada por Nora (Marina Fois), un personaje inventado, vehículo para movilizar todo lo que sucede y establecer el mensaje que el director quiere pasar. Ella cree ciegamente en la inocencia de Viguier y decide ayudar a su abogado a demostrarlo. La película no es un thriller, es una crítica a un sistema judicial donde sin haber nada objetivo incriminante (ni cadáver, ni pruebas), se puede conseguir juzgar hasta dos veces a una persona.
La primera parte de la película puede hacerse un poco pesada porque no son demasiado claros los hallazgos iniciales de Nora en su labor de investigación, pero la película va creciendo sobre todo por la empatía que se crea con la protagonista. Nora no se mueve por ningún interés, de forma genuina quiere que la justicia prevalezca. Engancha ver esa obsesión que se va haciendo con ella. La actriz Marina Fois consigue que su personaje sea de carne y hueso (incluso de vísceras...), al igual que Olivier Gourmet en el papel de abogado defensor, un personaje muy bien compuesto, de fuerte personalidad, el contrapunto a la emocionalidad de Nora. Aporta pragmatismo y distancia con el caso desde la máxima profesionalidad. La historia, rodada en un código muy realista, se centra en los dos personajes porque lo que le importa al director es generar un debate sobre el sistema judicial, no quiere entrar en el drama personal del acusado.
Un ejercicio interesante que nos acerca a la forma en que funciona la justicia en Francia y nos mete en el cuerpo la inquietud sobre lo poco racional que puede ser la gestión de la justicia. (Valoración: 6.5 sobre 10)
Este caso que ocurrió en Francia a principios de 2000, llamó la atención de Rimbault que asistió a los dos juicios. La historia está protagonizada por Nora (Marina Fois), un personaje inventado, vehículo para movilizar todo lo que sucede y establecer el mensaje que el director quiere pasar. Ella cree ciegamente en la inocencia de Viguier y decide ayudar a su abogado a demostrarlo. La película no es un thriller, es una crítica a un sistema judicial donde sin haber nada objetivo incriminante (ni cadáver, ni pruebas), se puede conseguir juzgar hasta dos veces a una persona.
La primera parte de la película puede hacerse un poco pesada porque no son demasiado claros los hallazgos iniciales de Nora en su labor de investigación, pero la película va creciendo sobre todo por la empatía que se crea con la protagonista. Nora no se mueve por ningún interés, de forma genuina quiere que la justicia prevalezca. Engancha ver esa obsesión que se va haciendo con ella. La actriz Marina Fois consigue que su personaje sea de carne y hueso (incluso de vísceras...), al igual que Olivier Gourmet en el papel de abogado defensor, un personaje muy bien compuesto, de fuerte personalidad, el contrapunto a la emocionalidad de Nora. Aporta pragmatismo y distancia con el caso desde la máxima profesionalidad. La historia, rodada en un código muy realista, se centra en los dos personajes porque lo que le importa al director es generar un debate sobre el sistema judicial, no quiere entrar en el drama personal del acusado.
Un ejercicio interesante que nos acerca a la forma en que funciona la justicia en Francia y nos mete en el cuerpo la inquietud sobre lo poco racional que puede ser la gestión de la justicia. (Valoración: 6.5 sobre 10)
Comentarios
Publicar un comentario