LA LA LAND: UNA HISTORIA MÁGICA


Damien Chazelle jovencísimo y talentoso director y guionista de "Whiplash" lleva a cabo con éxito este ambicioso musical. Mia (Emma Stone) trabaja de camarera, pero quiere triunfar como actriz. Sebastian (Ryan Gosling) es pianista y querría tener su propio club de jazz. Mia y Sebastian se conocen y surge la chispa.
Una historia de "chico conoce a chica" cruzada con la ilusión de ambos por triunfar que una vez vista, resulta imposible de imaginar con otros actores. Gosling y Stone forman una pareja divina, dos actores carismáticos pero cercanos porque no son del todo perfectos. Emma con esos ojos tan grandes y redondos que según el tipo de plano son ligeramente desproporcionados y él que no es verdaderamente guapo, pero tiene una simpatía natural que le hace parecerlo. De la misma manera, bailan y cantan suficientemente bien, pero no super bien, algo que aumenta la simpatía hacia ellos y el encanto de la película. Dos personajes preciosos y complementarios y una química entre actores insuperable.
La historia comienza de forma no muy fluida. Un par de números de baile que parece que van a marcar un estilo y que presentan unos personajes que parecería que tendrán importancia, y sin embargo luego desaparecen (las amigas que comparten piso con Mia), o el flashback a la vida de Sebastian realizado de forma abrupta en medio de una escena clave. Pero no importa, a medida que todo se concentra en Gosling y Stone, la historia es mágica.
En lo narrativo y en lo formal, Chazelle se ha dado libertad total, no ha querido marcarse más regla que la de hacer tangible todo lo que ha imaginado, y el resultado es totalmente disfrutable. La película tiene además multitud de escenas memorables por lo bonitas que están rodadas: la forma de teatralizar los decorados, de estilizar la realidad, los colores de la época del technicolor, la super banda sonora de Justin Hurwitz, ... Maravillosas las audiciones de Emma Stone donde se manifiesta esa resistencia a la frustración que todo artista debe tener. Muy bonito un recurso que Chazelle utiliza más de una vez, un fade out de los elementos y/o personajes de una escena para dejar iluminado solo al protagonista y así cambiar de localización, o introducir una canción. Y sobre todo inmejorable el final, tanto en el qué, como en el cómo. La inteligencia de Chazelle le lleva a no caer en la "historia ñoña", pero se inventa una forma de "compensar" los deseos de la audiencia con una deslumbrante escena de 8 minutos que justifica ver la película una segunda vez.
Se entiende el récord en los Globos de Oro 2017 (7) y el éxito de taquilla. Una película deliciosa. La sensación tras verla es la de salir flotando del cine. (Valoración:  9 sobre 10).

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