EL VIAJANTE: MOSAICO DE SENTIMIENTOS
El director iraní Asghar Farhadi reconocido
internacionalmente ("Nader y Simin, una separación") dirige y firma el guión de este film ganador del Oscar a la mejor película extranjera. Emad (Shabah Hosseini) y Rana (Taraneh Alidousti) son un matrimonio joven que vive en Teherán. A parte de su trabajo,
son actores en una compañía de teatro amateur que está ensayando "Muerte de un viajante". Rana sufre un incidente en casa, incidente que
alterará la relación de la pareja.
Las historias que cuenta este director siempre tienen una
potente mezcla de intriga y drama. Crea situaciones que "ponen a prueba"
a sus personajes, son "estímulos" para ver como reaccionan y contraponer la forma en que cada uno
asume lo sucedido. Historias que implican al espectador doblemente, plantean un debate moral y hacen pensar qué hubiera ocurrido si la reacción
hubiera sido otra.
Los dos personajes centrales son verdaderos y creibles, especialmente el masculino que es el más complejo y el que tiene un arco de transformación emocional mayor. Mientras que a Rana la vemos casi únicamente en su relación con Emad, en él vemos su viaje emocional manifestado en su relación con distintos contextos (en el instituto donde da clase, con los vecinos de la casa, en los ensayos de la obra, etc). Su enfado/indignación/tristreza es irregular. La carga de responsabilidad que siente por averiguar quien ha sido y tomar medidas, es algo que le desestabiliza. Su forma errática de digerir los hechos está muy bien hilvanada por este artesano del guión que es Farhadi. La relación en la pareja y penetrar en la psicología de los personajes es algo que le apasiona y en lo que es un maestro.
Los dos actores, asiduos del director trabajan muy bien y sólo con sus miradas lo dicen todo. La secuencia final del film capta sin palabras el estado en que queda la pareja. Una escena sumamente sencilla de gran intensidad.
Los dos personajes centrales son verdaderos y creibles, especialmente el masculino que es el más complejo y el que tiene un arco de transformación emocional mayor. Mientras que a Rana la vemos casi únicamente en su relación con Emad, en él vemos su viaje emocional manifestado en su relación con distintos contextos (en el instituto donde da clase, con los vecinos de la casa, en los ensayos de la obra, etc). Su enfado/indignación/tristreza es irregular. La carga de responsabilidad que siente por averiguar quien ha sido y tomar medidas, es algo que le desestabiliza. Su forma errática de digerir los hechos está muy bien hilvanada por este artesano del guión que es Farhadi. La relación en la pareja y penetrar en la psicología de los personajes es algo que le apasiona y en lo que es un maestro.
Los dos actores, asiduos del director trabajan muy bien y sólo con sus miradas lo dicen todo. La secuencia final del film capta sin palabras el estado en que queda la pareja. Una escena sumamente sencilla de gran intensidad.
Una historia que transcurre en Teherán y que recoge aspectos
propios de esa sociedad pero donde la amalgama de emociones y estados por los que
pasan los personajes son universales, algo común a todos sus trabajos. (Valoración: 8 sobre 10).
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