UNA GRAN MUJER: AMISTAD INQUEBRANTABLE
El joven ruso Kantemir Balagov, que consiguió el beneplácito de la crítica con "Tesnota/Demasiado cerca", dirige esta película y co-escribe el guión con Aleksandr Terekhov. Leningrado 1945. La guerra ha finalizado. Lya (Victoria Miroshnichenko) y Misha (Vasilisa Perelygina) son dos amigas que lucharon juntas en el ejército. Lya es enfermera en un hospital y cuida del hijo de Misha, un niño pequeño que fallece de forma accidental.
Balagov nos envuelve en una historia tan bella como dramática. Una amistad forjada en el ejército entre dos mujeres que han vivido experiencias que marcan de por vida. Emocionalmente golpeadas, con secuelas físicas severas, cada una pide y espera de la otra cosas inimaginables. Dos personajes con personalidades singulares, cuya forma de sobrevivir a un calvario que parece no acabar nunca, es bien diferente. Victoria Miroshnichenko en el papel de Lya, o "larguirucha" consigue conmovernos ya desde su presencia. Altísima, flaquísima, desgarbada, desvalida a veces, sumamente vulnerable. De carácter dócil y generoso, siempre da. La escena donde mejor se manifiesta su forma de estar en el mundo es una en la que ayuda a un enfermo lisiado en el hospital, y comparte un cigarrillo con él. Una escena imposible de olvidar. Vasilisa Perelygina como Misha, es más alegre, con un punto de osadía y aventura. Las dos actrices tienen total complicidad. Las escenas que comparten, en muchos casos planos cortos de sus dos rostros, cuentan esa intimidad y apoyo total entre ambas.
Una historia de biografías descorazonadoras, no solo las de las protagonistas, el médico jefe, los enfermos, los compañeros del hospital... que viven sus historias de forma estoica, lo que las hace aún más desgarradoras. Todos los actores tienen el desánimo en los ojos, una fatiga vital que no se separa de ellos, es como una sombra. Hay que destacar el trabajo de fotografía de Kseniya Sereda, exquisito, así como la dirección de arte donde el color verde tiene tanto protagonismo. (Valoración: 8.5 sobre 10)
Balagov nos envuelve en una historia tan bella como dramática. Una amistad forjada en el ejército entre dos mujeres que han vivido experiencias que marcan de por vida. Emocionalmente golpeadas, con secuelas físicas severas, cada una pide y espera de la otra cosas inimaginables. Dos personajes con personalidades singulares, cuya forma de sobrevivir a un calvario que parece no acabar nunca, es bien diferente. Victoria Miroshnichenko en el papel de Lya, o "larguirucha" consigue conmovernos ya desde su presencia. Altísima, flaquísima, desgarbada, desvalida a veces, sumamente vulnerable. De carácter dócil y generoso, siempre da. La escena donde mejor se manifiesta su forma de estar en el mundo es una en la que ayuda a un enfermo lisiado en el hospital, y comparte un cigarrillo con él. Una escena imposible de olvidar. Vasilisa Perelygina como Misha, es más alegre, con un punto de osadía y aventura. Las dos actrices tienen total complicidad. Las escenas que comparten, en muchos casos planos cortos de sus dos rostros, cuentan esa intimidad y apoyo total entre ambas.
Una historia de biografías descorazonadoras, no solo las de las protagonistas, el médico jefe, los enfermos, los compañeros del hospital... que viven sus historias de forma estoica, lo que las hace aún más desgarradoras. Todos los actores tienen el desánimo en los ojos, una fatiga vital que no se separa de ellos, es como una sombra. Hay que destacar el trabajo de fotografía de Kseniya Sereda, exquisito, así como la dirección de arte donde el color verde tiene tanto protagonismo. (Valoración: 8.5 sobre 10)
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