SONG TO SONG: MUNDO PROPIO
Terrence Malick ("El árbol de la vida") escribe el guion y dirige esta película rodada en 2017 pero estrenada ahora en España en algunas salas y en la plataforma filmin. BV (Ryan Gosling) es músico y está enamorado de Faye (Rooney Mara). Su productor musical Cook (Michael Fassbender), ambicioso y duro, es el vértice de este triángulo amoroso.
La forma de Malick de contar las historias es muy personal y se ha convertido en la referencia de un tipo de cine muchas veces copiado. Es cierto que puede resultar repetitivo y que a partir de un argumento que evoluciona poco, el director se deleita en sus propios planos y estira la historia hasta la saciedad, pero si conectas con su forma de contar y te sumerges en su mundo sensorial puedes disfrutar de su estética estilizada y crees casi oler los lugares donde se desarrolla la acción. Monólogos interiores de personajes, planos y más planos de belleza infinita que o bien cautivan o causan hastío y miradas repetidas al reloj. En general, me reconozco fan de Malick, sobre todo cuando ves como otros directores intentan capturar el interior de los personajes pero su forma de llevar la cámara es torpe y solo consiguen primeros planos que sugieren poco y no logran ese intimismo tan Malick. En esta historia, su lenguaje le permite contraponer la relación limpia y genuina de Gosling y Mara con la clandestina y contaminante a la que de forma intermitente sucumbe Mara con Fassbender. Nadie como este director consigue plantear tantas y variadas acciones sin apenas diálogos para contar enamoramiento versus enganche sexual.
La forma de Malick de contar las historias es muy personal y se ha convertido en la referencia de un tipo de cine muchas veces copiado. Es cierto que puede resultar repetitivo y que a partir de un argumento que evoluciona poco, el director se deleita en sus propios planos y estira la historia hasta la saciedad, pero si conectas con su forma de contar y te sumerges en su mundo sensorial puedes disfrutar de su estética estilizada y crees casi oler los lugares donde se desarrolla la acción. Monólogos interiores de personajes, planos y más planos de belleza infinita que o bien cautivan o causan hastío y miradas repetidas al reloj. En general, me reconozco fan de Malick, sobre todo cuando ves como otros directores intentan capturar el interior de los personajes pero su forma de llevar la cámara es torpe y solo consiguen primeros planos que sugieren poco y no logran ese intimismo tan Malick. En esta historia, su lenguaje le permite contraponer la relación limpia y genuina de Gosling y Mara con la clandestina y contaminante a la que de forma intermitente sucumbe Mara con Fassbender. Nadie como este director consigue plantear tantas y variadas acciones sin apenas diálogos para contar enamoramiento versus enganche sexual.
Es clave en este código visual que domina sobre acción y diálogos, contar con actores con carisma a los que no te cansas de mirar. Hay mucha complicidad entre Mara y Gosling, este último en el personaje de chico sano muy afín a él, mientras que Fassbender es oscuro y manipulador. Natalie Portman en un papel secundario cierra el reparto.
Un placer visual donde el director de fotografía Emmanuel Lubezqui (3 Óscars) es un pilar fundamental. Más allá de filias y fobias hacia Malick, es clave elegir bien el momento de ver sus películas, algo que facilitará entrar en su mood. (Valoración: 7 sobre 10).
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