LA BALLENA: MEGADRAMA

Darren Aronofsky (“Madre”, “Noe”), dirige este drama donde trata el tema de la enfermedad mental, como ya hizo en  (“Cisne negro”). Charlie (Brendan Fraser) es un profesor de universidad que sufre obesidad mórbida. Arrastra un pasado doloroso desde que separó de su mujer Mary (Samantha Morton), distanciándose de su hija Ellie (Sadie Sink), al enamorarse de otra persona. Ahora su estado de salud es delicadísimo.
Después de hacer películas con ciertas dosis experimentales, Aronofsky dirige esta película con una narrativa convencional, muy teatral. El guion tiene elementos brillantes como su inicio que sirve también de final circular, y también la forma en que se descubre cierta información clave en la trama, pero es un drama de excesos emocionales continuos, muy explícito a la hora de mostrar la ínfima calidad de vida y la ansiedad del personaje central. 
En el film hay dos personajes coherentes, el de Charlie y el de su amiga y los actores que los interpretan son los dos assets del film: Brendan Fraser que está soberbio, así como Hong Chau como Liz, la amiga y enfermera de Charlie, la persona que le cuida y está pendiente de él. Charlie es un hombre al que la culpa y la pérdida le han llevado al estado emocional y de salud en el que se encuentra y del que no parece encontrar ninguna motivación para salir. Tanto los personajes de la ex mujer como de la hija está mal definidos y ambas están sobre actuadas. Tampoco tiene mucha lógica el personaje de Thomas (Ty Simpkins), un chaval perteneciente a una congregación religiosa que sirve de instrumento para hacer una crítica sobre cómo la religión puede ejercer un papel represor y destructivo. El director siempre muy intenso, y desmesurado puede conseguir el efecto contrario al que busca y provocar el distanciamiento con el espectador por lo exagerado de su tono. (Valoración: 5. 5) 





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