UNA BUENA PERSONA: HISTORIA DE REDENCIÓN

El actor, director y guionista Zach Braff ("Ojalá estuviera aquí"), escribe el guion y dirige esta película. Allison (Florence Pugh) está a punto de casarse, está feliz. Un accidente de tráfico en el que ella conduce el coche, se salda con dos víctimas mortales. Una tragedia que truncará los planes de vida de Allison.
Reconozco mi debilidad por las historias de redención. A la cabeza de la lista "Veredicto final" de Sidney Lumet con Paul Newman como un abogado que ha caído lo más bajo posible, y que malvive cuando está sobrio llevando casos de medio pelo, clientes que capta en funerales a los que no está invitado. En este tipo de historia es crucial que el punto de inflexión que hace que esa persona rompa con su proceso de autodestrucción, sea creíble. Que el proceso de recuperación de la voluntad para sanar, dejar el alcohol, las drogas, o aquello a lo que la persona se ha asido para soportar el día a día, resulte realista. La historia que nos ocupa lo es. Tiene la particularidad de que Allison, adicta a las pastillas, en su viaje hacia la luz, se cruza con Daniel (Morgan Freeman), el que hubiera sido su suegro si el accidente no hubiera ocurrido. El también ha tenido un pasado de adicciones. Florence Pugh vuelve a fascinarnos con su interpretación, una chica que antes del accidente era vital, divertida, sociable, una persona con la que todo el mundo quería estar y que se transforma en poco más que un desecho humano. La relación que se crea entre ella y Freeman es bonita, con sus altibajos, una relación en la que él intenta guiarla ya que ha pasado por lo mismo, pese a tener mucho en contra de ella, las víctimas del accidente eran su familia. (Valoración: 7 sobre 10).



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