RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS: UNIVERSO MUJER
La directora y guionista francesa Celine Sciamma ("Tomboy”, “Girlhood”) escribe el guión (premiado en el Festival de Cannes) y dirige esta historia que sucede en Bretaña en 1770. Marianne (Noemi Merlant) es una pintora contratada para hacer un retrato de Heloise (Adele Haenel) para el hombre con el que su madre la quiere casar.
Sciamma es una cineasta interesada en la mujer, en el género, en los grupos discriminados. En "Tomboy" tocaba el tema del transgénero, en “Girlhood” las preocupaciones y aspiraciones de unas adolescentes negras de los barrios menos favorecidos de París. Todo lo que hace tiene profundidad intelectual y una mirada diferente. La directora define esta película como una historia de amor entre iguales donde no existen fuerzas de poder. Efectivamente es una historia que plantea el amor desde la horizontalidad. Es además una historia de mujeres. A las dos protagonistas, retratada y pintora, se une un tercer personaje, una criada que las otras dos mujeres tratan casi como igual a partir de un sentimiento de corporativismo ante un problema al que ella se enfrenta.
Una historia donde se habla de matrimonios pactados, del aborto, del amor y también y mucho, de la falta de libertad. Hay un escalado de libertad en las mujeres representadas. Marianne es una avanzada a sus tiempos, puede ser pintora en un momento en la historia en la que las pocas mujeres que pintaban solían hacerlo desde el anonimato.
La directora penetra en los personajes sin que nada sea obvio, los personajes transmiten mucho de lo que sienten pero sin que el peso esté en los diálogos. La pintura es la herramienta que permite profundizar en muchas de las cosas que les pasan a los personajes. Las dos actrices representan a dos mujeres poco comunes y tienen físicos que inmediatamente comunican esa personalidad.
Sciamma es una cineasta interesada en la mujer, en el género, en los grupos discriminados. En "Tomboy" tocaba el tema del transgénero, en “Girlhood” las preocupaciones y aspiraciones de unas adolescentes negras de los barrios menos favorecidos de París. Todo lo que hace tiene profundidad intelectual y una mirada diferente. La directora define esta película como una historia de amor entre iguales donde no existen fuerzas de poder. Efectivamente es una historia que plantea el amor desde la horizontalidad. Es además una historia de mujeres. A las dos protagonistas, retratada y pintora, se une un tercer personaje, una criada que las otras dos mujeres tratan casi como igual a partir de un sentimiento de corporativismo ante un problema al que ella se enfrenta.
Una historia donde se habla de matrimonios pactados, del aborto, del amor y también y mucho, de la falta de libertad. Hay un escalado de libertad en las mujeres representadas. Marianne es una avanzada a sus tiempos, puede ser pintora en un momento en la historia en la que las pocas mujeres que pintaban solían hacerlo desde el anonimato.
La directora penetra en los personajes sin que nada sea obvio, los personajes transmiten mucho de lo que sienten pero sin que el peso esté en los diálogos. La pintura es la herramienta que permite profundizar en muchas de las cosas que les pasan a los personajes. Las dos actrices representan a dos mujeres poco comunes y tienen físicos que inmediatamente comunican esa personalidad.
La película es muy austera en la forma: escenarios con pocos elementos, una naturaleza más bien salvaje de acantilados ventosos, no hay música. De alguna forma se deja la historia al desnudo, la atención está en la relación entre las mujeres, su amor, y como pervive en el tiempo. Una historia muy peculiar bien interpretada, pero en un marco de sobriedad formal tan acentuada que puede hacer que la película resulte fría. (Valoración: 7. 5 sobre 10).
mujeres que pintaban solían hacerlo
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