UN ASUNTO DE FAMILIA: LA EXTRAÑA FAMILIA
El director japonés Hirokazu Kore-eda (“El tercer asesinato”, "Still walking") escribe el guión y firma esta película que ganó la Palma de Oro en Cannes. Osamu (Lily Franky), su pareja Nobuyo (Sakura Ando), una joven y un niño forman una peculiar familia que sobrevive a base de pequeños trabajos de todo tipo, la pensión de la anciana Hatsue (Kirin Kiki), robos en tiendas, etc. Un día encuentran a una niña abandonada y le dan cobijo.
Se puede decir que Koreeda es un especialista en los lazos familiares, en hacer inmersiones en diferentes familias y la forma en que sus miembros se interrelacionan. Y con una mirada especial en la infancia. En varios trabajos ha retratado familias ligeramente idealizadas ("Nuestra hermana pequeña"), aquí vuelve a la línea de la película que más me gusta de él, “Nadie sabe” (2004), donde los protagonistas eran varios niños, hermanos, que formaban una “forzosa unidad familiar”. En el caso de “Un asunto de familia” la historia tiene mucha riqueza. De los personajes adultos se van haciendo varias lecturas a medida que se avanza, y no será hasta el final cuando tengamos completo el complejo mosaico de su personalidad y de su viaje vital. Osamu que actúa como cabeza de familia, puede ser partidario y propulsor de la ley del mínimo esfuerzo, pero es protector al mismo tiempo. Su compañera Noboyu, el personaje más bonito y con más ángulos, un personaje que crece según avanza la película y que pasa de parecer alguien superficial que se deja llevar, a tomar una decisión importante. La actriz interpreta su papel con gran delicadeza. La desaparecida Kirin Kiki ("Una pastelería en Tokio") una curiosa abuela con muchísimas capas y la chica joven que nos enseña un mundo sórdido.
Kore-eda nos ofrece un Japón bien distinto al que solemos estar acostumbrados, marginal, de espaldas a todo, nada tecnológico ni cool. Construye un guión que gira al final y nos hacer revisitar la historia que creímos haber visto. Una historia sobre la paternidad, sobre los vínculos y su fortaleza independientemente de que sean de sangre, de la necesidad humana de constituirse en grupo, en familia, de la clase que sea. (Valoración: 8 sobre 10).
Se puede decir que Koreeda es un especialista en los lazos familiares, en hacer inmersiones en diferentes familias y la forma en que sus miembros se interrelacionan. Y con una mirada especial en la infancia. En varios trabajos ha retratado familias ligeramente idealizadas ("Nuestra hermana pequeña"), aquí vuelve a la línea de la película que más me gusta de él, “Nadie sabe” (2004), donde los protagonistas eran varios niños, hermanos, que formaban una “forzosa unidad familiar”. En el caso de “Un asunto de familia” la historia tiene mucha riqueza. De los personajes adultos se van haciendo varias lecturas a medida que se avanza, y no será hasta el final cuando tengamos completo el complejo mosaico de su personalidad y de su viaje vital. Osamu que actúa como cabeza de familia, puede ser partidario y propulsor de la ley del mínimo esfuerzo, pero es protector al mismo tiempo. Su compañera Noboyu, el personaje más bonito y con más ángulos, un personaje que crece según avanza la película y que pasa de parecer alguien superficial que se deja llevar, a tomar una decisión importante. La actriz interpreta su papel con gran delicadeza. La desaparecida Kirin Kiki ("Una pastelería en Tokio") una curiosa abuela con muchísimas capas y la chica joven que nos enseña un mundo sórdido.
Kore-eda nos ofrece un Japón bien distinto al que solemos estar acostumbrados, marginal, de espaldas a todo, nada tecnológico ni cool. Construye un guión que gira al final y nos hacer revisitar la historia que creímos haber visto. Una historia sobre la paternidad, sobre los vínculos y su fortaleza independientemente de que sean de sangre, de la necesidad humana de constituirse en grupo, en familia, de la clase que sea. (Valoración: 8 sobre 10).
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